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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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02-09-2015

Quod natura non dat, Salamanca non praestat

SURda

Opinión

Fernando Moyano

 

CONFLICTO DE LA EDUCACIÓN

En notas anteriores hemos comenzado a tirar algunas ideas a la discusión sobre la coyuntura nacional actual, el punto de enfrentamiento entre las clases, y la encrucijada que enfrentan en ese escenario el actual gobierno y el movimiento sindical. Dentro de ese enfoque, quiero referirme hoy al conflicto de la Educación. Al respecto había adelantado algunas ideas, que quiero desarrollar.

•  Debajo de la crisis de nuestro sistema educativo están los límites de la forma de reproducción de la fuerza de trabajo en nuestra sociedad capitalista, y su propia crisis.

•  Este es un gobierno socialdemócrata en fase de decadencia, el sindicalismo burocrático es parte constitutiva de esta forma política y a su vez recibe el impacto de esta crisis  antes   de haber podido madurar completamente como estamento burocrático de gran porte.

•  Producto de la crisis general, de las contradicciones de clase, de esos factores políticos, y a su vez recrudeciendo esa crisis política, hay una recuperación del nivel de actividad de nuestra clase trabajadora.

El conflicto de Educación refleja todos estos condicionantes. Lo primero que llama la atención es la  persistencia   del problema, y la persistencia también de la lucha de los trabajadores de la educación, que son de hecho un sector de trabajadores en lucha permanente. La “educación permanente” de que tanto se habla es aquí, en realidad, la educación en conflicto permanente.

Y también podría llamar la atención -ingenuamente- la persistente tontería de los dirigentes políticos de todos los partidos oficiales que quieren, una y otra vez,  solucionar las fallas de los cimientos de la casa pintando el techo   . Y la discusiones que tienen entre sí sobre el tipo de pintura que habría que usar. El problema de la educación es una parte del problema social. Esto decíamos en nuestra nota anterior y lo repetimos, a ver si funciona el mecanismo de las maestras:

“  Un  modo de producción   es una forma sistémica de organización social que debe reproducirse a sí misma. ... las partes (del sistema) no pueden descomponerse unas de otras. El proceso productivo requiere determinados inputs, y tendrá que tener en output los mismos elementos que alimentarán la fase siguiente, si eso no puede mantenerse... no puede garantizarse el modo de producción en tanto tal. Dentro de los inputs del proceso productivo capitalista hay uno tanto o más crucial que las materias primas, las máquinas, el combustible, la tierra: una  clase trabajadora   . El capitalismo necesita contar con trabajadores obligados a trabajar por un salario, pero... debe lograr que en el proceso productivo se reconstituya(n)... también las condiciones que hacen posible su trabajo... “.

En el capitalismo el sistema educativo es una herramienta para la formación de la fuerza de trabajo necesaria. Pero cuando digo que lo que  natura non dat, Salamanca non praestat  , o que no se puede  solucionar las fallas de los cimientos de la casa pintando el techo,  apunto a que es un sinsentido intentar resolver los problemas sociales por vía educativa cuando los problemas educativos tienen su raíz en los problemas sociales. Viene a ser como decirle al que está pintando el techo “  agarrate del pincel que te quito la escalera”  .

El punto de vista que atribuye a la herramienta educativa la capacidad de modelar la sociedad desde la política es una idea fijada a partir de la experiencia histórica de otra época, “de Varela a Battle”, época en que se formó el “Uruguay moderno” sobre la base de la expansión del modo de producción capitalista. La  escuela   fue factor fundamental de esa transformación social en que se necesitaba formar, a partir del pobrerío disperso, una  clase obrera moderna. Pero ese país quedó atrás hace mucho tiempo, aunque sobreviva su mitología.

La tarea fue cumplida con tanto éxito, sobre todo en la masificación de la educación media de las últimas décadas, que el éxito terminó en problema al crear una extensa y sobrecalificada clase trabajadora y una  excesiva demanda de trabajo   que nuestro capitalismo de pequeño porte no puede satisfacer, cuando al mismo tiempo esta clase trabajadora adquiere un peso dentro de la sociedad.

El papel del sistema educativo hacia la clase trabajadora no se agota en los aspectos de  contenidos   (idioma, códigos sociales, habilidades elementales, que son factores necesarios); hay incluso una corriente de sociología de la educación que entiende que lo principal no es eso sino el  disciplinamiento social   (reproducción de las relaciones sociales desiguales vigentes) (Basados en parte en Althusser, autores como Baudelot, Bourdieu, Passeron, Bernstein, Giroux). Pero la reproducción de la disciplina fabril en la escuela no puede sostenerse más allá de la capacidad de reproducción de la disciplina fabril  en la fábrica, que declina cuando la forma fordista de la fábrica queda atrás, aunque en países como Uruguay nunca maduró completamente. La escuela ya no es suficiente para esa función.  “Nace como la herramienta, a los golpes destinada”, pero cuando el material a modelar es más duro que la herramienta, no solo no puede modelarla sino que sufre un fuerte desgaste. Este es hoy un fenómeno mundial en el capitalismo, porque sus causas también lo son. Veamos el caso de la violencia (originada en la frustración por expectativas incumplidas) que toma por blanco a las instituciones educativas. En cada país asume formas diferentes por sus características sociales y culturales, pero llevan a lo mismo. Aquí se toma a las maestras a golpes, en Estados Unidos hay asesinos seriales que atacan a mansalva en escuelas. Si el maíz crece desparejo pero en definitiva  crece   en todos lados, alguna razón habrá.

Pero no solo es una fantasía que se puedan resolver desde la educación los problemas del país. En realidad el programa político dominante para la educación es agravar el problema. Tras el escudo de “modernizar” la educación y “preparar para el mercado laboral” se busca exactamente lo contrario:  amortiguar la sobrecalificación de la fuerza de trabajo.

Aclaremos algunas cosas importantes. En primer lugar nuestra clase trabajadora está calificada e incluso sobrecalificada para el mercado de trabajo actual. Veamos lo que dicen los hechos.

La migración desde el Tercer Mundo al Primero es un problema mundial, todos los días tenemos noticias de muertes de migrantes tratando de llegar, de trabajadores migrantes sometidos al trabajo esclavo, etc.  No hay uruguayos entre ellos. ¿Por qué, acaso porque los uruguayos no emigran? Como todos sabemos es exactamente al revés, Uruguay es un país de emigración casi desde su origen. Ocurre que el migrante uruguayo pasa las fronteras, encuentra su lugar y consigue trabajo porque  está preparado   para el mercado laboral. Por supuesto, el “amigo Horacio” de  Los Olímpicos  que trabaja de soldador en Nueva York, seguramente habrá tenido que aprender la soldadura de última tecnología para la cual no estaba preparado. Le habrá tomado acaso dos semanas, porque la clave de la formación es  aprender a aprender, y eso viene con una buena formación básica universalista, esa que tanto asco le produce a Mujica. Hay que ser muy estúpido para suponer que realmente sirva centrarse en cursos cortos de tecnologías concretas, como pretenden Mujica y los tecnócratas. Cuando el futuro trabajador llegue por fin al mercado laboral, las tecnologías concretas en uso ya habrán cambiado, dado el ritmo de evolución tecnológica. Y su “preparación para el mercado” no le servirá de nada, si no aprendió a aprender por medio de una educación universalista.

Desmontemos también otro mito, el de  “la sociedad de la inteligencia”.  Este punto es importante, porque si bien encontramos entre nuestros medios militantes un fuerte y correcto rechazo a mercantilizar la educación, no debemos tampoco concederle al capitalismo un mérito que no tiene. La tendencia a largo plazo es de  descalificación del trabajo. (Al respecto recomendamos el libro de Harry Braverman “Trabajo y capital monopolista”). El desarrollo tecnológico que lleva adelante el capitalismo (mucho más tardío de lo que se supone, además) impulsa al mismo tiempo la calificación y la descalificación del trabajo, en forma contradictoria; lo primero por la complejidad de la técnica, lo segundo por la simplificación de las operaciones diferentes en que se desglosa cada vez más el proceso productivo (como es visible a partir del taylorismo). En un primer momento predomina la calificación, pero luego de un punto máximo predomina la descalificación. (La variación del grado de calificación necesaria del trabajo en función de la complejidad técnica bajo el capitalismo toma la forma de una “campana de Gauss”). Por último, y en nuestro caso concreto, vivimos una clarísima etapa de  desinversión productiva, por lo cual menos aun puede esperarse un interés  burgués  en la calificación del trabajo.

Atando todo esto en el mismo nudo, no nos asombra que los trabajadores de la educación estén en movilización y conflicto permanente, durante años, siendo una especie de volcán en erupción por donde sale la furia subterránea de la sociedad.

Para entender esto hay que tener en cuenta también los factores políticos, y los aspectos que tienen que ver con la situación coyuntural del movimiento sindical. Esto sería el segundo de los puntos que están enumerados al comienzo de esta nota, y que trataré de desarrollar en una siguiente.

moyano.fer@gmail.com  

 

 


 
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